Cuando hablamos de una Comunidad Energética, no nos referimos a una promesa lejana ni a una utopía aún por materializar. Al contrario: hablamos de un fenómeno real y creciente que ya está cambiando la manera en que las personas producen, consumen y se relacionan con la energía. En lugar de depender de grandes compañías eléctricas, cada vez más ciudadanos, ayuntamientos y pequeñas empresas están uniendo fuerzas para generar su propia energía limpia, gestionar los recursos de forma democrática y devolver los beneficios al territorio. Y lo más interesante: no se trata de ideas en fase de prueba, sino de experiencias consolidadas que están funcionando —y muy bien— .
Estas iniciativas no solo están reduciendo emisiones y costes energéticos, sino que también están creando empleo local, fortaleciendo el tejido social y empoderando a comunidades enteras. A continuación, repasamos algunos casos inspiradores y las valiosas lecciones que nos dejan.
Crevillent, uno municipio valiente
Crevillent, un municipio de Alicante que decidió ir más allá del discurso y poner manos a la obra. Allí, de la mano de Grupo Enercoop y el Ayuntamiento, nació Comptem, una iniciativa que lleva la energía renovable directamente a los tejados públicos y a las comunidades vecinales, siendo la primera comunidad energética de España. La fórmula es clara: autoconsumo compartido, gestión ciudadana y un compromiso firme con la reducción de emisiones. Hoy, el proyecto sirve como referencia nacional por su capacidad de combinar tecnología, participación y resultados tangibles.
Una cooperativa de éxito en Girona
Otro caso paradigmático es el de Som Energia. Esta cooperativa, nacida en Girona en 2010, empezó con un pequeño grupo de personas comprometidas con un modelo energético diferente y hoy cuenta con más de 86.000 socios en todo el país. Ofrece electricidad 100 % renovable y gestiona proyectos propios de generación, desde fotovoltaicas hasta biomasa. Som Energia no solo ha demostrado que una empresa energética puede ser democrática y sostenible, sino que ha inspirado el surgimiento de decenas de comunidades similares.
Solidaridad energética en Soto del Real
En Soto del Real, un pequeño municipio madrileño, también se están escribiendo nuevas páginas en la historia de la energía comunitaria. Allí nació SotoGenera, una CEL impulsada por el propio ayuntamiento que ya abastece a decenas de hogares con energía solar. Un dato que lo dice todo: parte de esa electricidad va destinada gratuitamente a familias vulnerables. Es una muestra de cómo la transición energética también puede ser una herramienta contra la exclusión social.
Otros casos de éxito por Madrid
Madrid, por su parte, ha dado lugar a experiencias tan cercanas como “El Sol de Carabanchel”, donde un grupo de vecinos decidió instalar placas solares y compartir la energía generada entre 40 hogares. Sin grandes infraestructuras, sin intermediarios, simplemente compartiendo recursos y confianza.
En Rivas Vaciamadrid, “Pablo Renovable” se ha convertido en la comunidad energética más grande de España. Más de 500 viviendas participan ya en un modelo que ha logrado rebajar las facturas eléctricas hasta un 80 % y reducir más de 270 toneladas de CO₂ al año. Es interesante seguir algunas de sus redes sociales para estar al tanto de todas sus actuaciones, como su cuenta de X (antiguamente twitter) @LaPabloRnovable