Cuando una Comunidad Energética decide tomar las riendas de su energía y emprender el camino hacia la autosuficiencia, surge una pregunta crucial: ¿Cómo organizarnos legalmente? Entre las opciones más recomendadas por los expertos están dos formas jurídicas que, aunque comparten valores, ofrecen caminos distintos: la asociación y la cooperativa.
La asociación es como ese primer paso accesible y sin complicaciones. Solo necesitas tres personas con ganas de colaborar y un objetivo común. No hay exigencias de capital mínimo ni estructuras complejas. Es ideal para proyectos ciudadanos con vocación social, educativa o ambiental. Si lo que buscas es impulsar el autoconsumo compartido, realizar actividades de sensibilización o tejer una red de colaboración local sin ánimo de lucro, esta es tu figura.
Además, la asociación permite una gestión democrática, es flexible en su funcionamiento y puede acceder a subvenciones públicas. Eso sí, hay límites: no podrás comercializar energía ni asumir roles más activos dentro del mercado eléctrico. Es decir, puedes producir energía para consumo interno, pero no venderla.
La cooperativa, en cambio, es una figura más completa y profesional. Requiere una aportación inicial (mínimo 3.000 €) y un grupo promotor que desee ir un paso más allá. Con esta fórmula, tu Comunidad podrá no solo producir energía, sino también almacenarla, vender excedentes o incluso ofrecer servicios relacionados. Todo, sin perder su alma social y democrática.
En una cooperativa, cada persona tiene un voto, sin importar cuánto haya aportado. Es decir, se respeta el principio de igualdad. Y si el proyecto crece, esta estructura permite incorporar nuevos socios, generar ingresos sostenibles y asegurar el mantenimiento de las infraestructuras.
Ambas opciones respetan los valores que definen a una Comunidad: inclusión, participación voluntaria y un claro compromiso con el bien común y la lucha contra la pobreza energética. La clave está en el tipo de actividades que queréis llevar a cabo y hasta dónde estáis dispuestos a llegar como grupo.
¿Buscáis una estructura sencilla y centrada en la sensibilización y el autoconsumo local? La asociación puede ser vuestra aliada. ¿Queréis consolidar un proyecto económicamente viable y tener mayor capacidad operativa en el sector energético? Entonces la cooperativa os ofrece el andamiaje necesario.
En definitiva, no hay una opción mejor o peor, sino una que encaje mejor con la visión y los objetivos de vuestra comunidad. Porque una Comunidad Energética no solo se construye con placas solares, sino con decisiones colectivas que impulsan un nuevo modelo de energía compartida y humana.